El PP empieza su convención con dos problemas y la acaba con tres

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El PP diseñó su convención de Sevilla para el primer fin de semana de abril con idea de hacer borrón y cuenta nueva a los conflictos que ha vivido durante los últimos meses. La estrategia de la dirección del partido pasaba por llegar a la capital andaluza con un Govern ya constituido en Catalunya, con los presupuestos de 2018 en vías de aprobación, con Carles Puigdemont a punto de ser extraditado a España por un delito de rebelión y con ánimo de abrir nuevos debates de cara al ciclo electoral que se avecina.

Pero nada de eso se ha cumplido. Los populares no tienen el presupuesto atado, en Catalunya no se percibe la formación de un Govern en el horizonte próximo y Alemania no acusa a Puigdemont de rebelión y aún no se sabe si le imputará malversación. Por su fuera poco, la convención el PP arrancó el viernes con dos problemas extra sobre la mesa: el varapalo de la justicia alemana en el caso Puigdemont y la polémica por el máster de Cristina Cifuentes. Los populares cerraron ayer el evento con esos dos asuntos más vivos que nunca y un tercer marrón a sus espaldas: una escalada de tensión con el Gobierno alemán y una creciente desconfianza hacia la Unión Europea.

 

 

El polémico máster de Cifuentes se ha unido al varapalo de la justicia alemana por Puigdemont

El viernes por la mañana el AVE Madrid-Sevilla era un hervidero de rumores. Cifuentes viajaba hacia la convención de su partido rodea de periodistas que trataban de sonsacarle sobre su futuro político después de que el director de su máster, Enrique Álvarez, pusiera en entredicho la autenticidad de los documentos presentados por la presidenta madrileña para acreditar que se había presentado y aprobado los exámenes. Las declaraciones de Álvarez se sumaban a las de Alicia López de los Mozos, presunta presidenta del tribunal que evaluó el trabajo de fin de máster de Cifuentes, quien confesó que su firma había sido falsificada en ese polémico documento.

Cristina Cifuentes ha sido protagonista indeseada de esta convención
Cristina Cifuentes ha sido protagonista indeseada de esta convención (Cristina Quicler / AFP)

Cifuentes ya explicó en el tren que no tenía intención de dimitir. Y lo corroboró poco antes de que arrancase la convención en una rueda de prensa en la que aseguró que no ha mentido “absolutamente en nada”, que pagó la matrícula, cursó el máster, se presentó a los exámenes y los aprobó e hizo una presentación pública de su trabajo de fin de estudios, aunque éste se perdió, quizá en una mudanza. El presidente del PP y del Gobierno, Mariano Rajoy, arropó después a la presidenta madrileña dándole un abrazo en público. El plenario de la convención se puso en pie para aplaudirla.

Pero el partido no ha logrado con eso ni mucho menos enterrar la polémica. El sábado por la mañana, el grupo de Ciudadanos, que apoya a Cifuentes en la Asamblea de Madrid, dio un ultimátum a la presidenta: en 48 horas debía aceptar la creación de una comisión de investigación sobre su máster en la Universidad Rey Juan Carlos o la dejarían caer. Los populares de Madrid aceptaron el reto al poco. Ahora, arrancará esa comisión por la que pasarán todos los implicados y que dejarán casi a diario un nuevo titular sobre la polémica del máster para desgaste continuo de Cifuentes.

El lío de la Comunidad de Madrid no se ha resuelto y el de Catalunya, tampoco. El presidente del Parlament, Roger Torrent, ha propuesto de nuevo a Jordi Sànchez para la investidura como presidente de la Generalitat. Lo ha hecho pese a que sabe que Sànchez no podrá ser elegido, porque está en la cárcel y el Tribunal Constitucional ya ha señalado que la investidura solo puede tener lugar en una sesión que cuente con la presencia física, no virtual, del candidato.

 

 

Algunos populares no han escondido su malestar con Alemania

Pese a esa pega, Torrent ha propuesto a Sánchez porque el independentismo se ha crecido después de que, el jueves, la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein acordase dejar en libertad bajo fianza a Puigdemont y no imputarle el delito de rebelión, equivalente al de alta traición que tipifica el Código Penal alemán, al considerar que durante el ‘procés’ no se produjo la situación de violencia que requiere este delito y que sí ha apreciado el instructor de la causa en España, el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena.

Esa decisión supone un problema para el Gobierno español, que esperaba una resolución del tribunal alemán favorable a sus intereses, es decir, una resolución a favor de la extradición de Puigdemont por delito de rebelión e incluso que se mantuviese al ex president en prisión hasta su efectivo traslado a España. Y ahí es donde ha aparecido ese nuevo tercer problema para el PP.

El portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons junto a Rajoy
El portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons junto a Rajoy (Julio Muñoz / EFE)

 

 

Algunos populares no han sabido o no han querido disimilar su enojo con Alemania. En enfado que les ha llevado a cuestionar la esencia misma de la unión. El portavoz del partido en el Parlamento europeo, Esteban González Pons, afirmó durante la convención que Europa “se fundamenta en la confianza mutua entre estados. Si la UE sirve para que unos estados cuestionen a otros, la UE pierde su función”.

También el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, tildó de “desafortunadas” las declaraciones de la ministra de justicia alemana, Katarina Barley, quien el viernes aplaudió la liberación de Puigdemont y puso en entredicho que se le pueda extraditar ni siquiera por un delito de malversación. Ante esta escalada de crispación, Rajoy puso orden y sentenció que “si tenemos algún problema con Europa, tendremos la inteligencia y la habilidad para resolverlo”.

El propio Dastis rebajó ayer el tono y explicó que el Gobierno tiene todo el interés en “despolitizar” este asunto. No obstante, la polémica ya esta servida y, ahora, a la espera de que el tribunal alemán decida sobre la extradición de Puigdemont algunos cruzan los dedos y rezan para que los intereses del Gobierno español no se vean perjudicados con esa decisión por temor a que alimente una ola de euroescepticismo entre la bases de un PP que no ha logrado salir reforzado de sus tres días de convención sevillana.

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