Intervención de la Izquierda Castellana en el XXII Seminario Internacional del Partido del Trabajo de México: «La confrontación entre República y Monarquía Borbónica: el proceso de cambio en el estado español está en marcha».

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1. El modelo capitalista global, así como el proyecto de la UE, atraviesan por una situación de crisis severa, y en el caso del estado español el proceso de cambio de modelo social en clave neoliberal se profundiza, respondiendo a los intereses del capital financiero internacional y autóctono, trayendo sufrimiento y angustia para las mayorías sociales. La población en situación de pobreza severa ha pasado de 1,8 a 3 millones de personas, la población con dificultades para llegar a fin de mes ha pasado a su vez de 11,9 a 16 millones, y el año 2018 se ha iniciado con subidas en prácticamente todos los productos que configuran las necesidades básicas de las clases trabajadoras. Desde 2009 a 2016 la inversión pública se ha reducido en un 60%, la deuda pública supera el billón de euros, y como media, 30.000 millones de los presupuestos generales del Estado se dedican al año a pagar los intereses de la deuda a las entidades financieras. El régimen fiscal está al servicio de la mafia político-empresarial y ello condiciona que cada año se dejen de ingresar 66 mil millones de euros, sin contar el fraude fiscal, mientras que la recaudación por el impuesto de sociedades supone actualmente la mitad de lo recaudado antes de la crisis, a pesar de la recuperación de los beneficios empresariales.

Durante el proceso de reforma del franquismo, los efectos derivados de la crisis económica de 1973 –la primera crisis del petróleo– fueron artificialmente retrasados para que no coincidieran con la enfermedad y muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, y  hasta que no estuvo mínimamente encauzado el proceso de transición del franquismo al postfranquismo, el sistema no repercutió de una forma dramática las consecuencias de la crisis sobre las clases trabajadoras (con la firma de los Pactos de la Moncloa el 25 de octubre de 1977) Por el contrario, actualmente, el Régimen del 78 está pasando por una situación de crisis global, una situación de “ciclogénesis político-social” casi perfecta, en la que confluyen todas o casi todas las posibles variantes: crisis económica, política e institucional, crisis generacional, crisis de género, crisis territorial, etc.

El Régimen del 78 está absolutamente deslegitimado socialmente, excepto entre los que viven a su costa y los que esperan hacerlo en breve. Su orígen es ilegítimo, ya que fue engendrado bajo legislación franquista, y su Constitución carece de legitimidad democrática, siendo imposible de reformar desde una perspectiva progresista. En su desarrollo, dicho Régimen, cuyos pilares están implicados hasta las cejas en el robo sistemático y continuado de los recursos públicos, no sólo no ha corregido ese déficit democrático de nacimiento sino que lo ha profundizado, consolidándolo como un entramado de corrupción sistémica, autoritarismo y falta de libertades, contrario a los intereses de la mayoría social, e incapaz de resolver las cuestiones elementales de la vida cotidiana (en materias como la sanidad, educación, pensiones, seguridad ciudadana, etc.) El Régimen del 78 es una organización mafiosa denostada por amplísimos sectores de la sociedad, que desean no ya sólo un cambio de Gobierno, sino un auténtico cambio en profundidad, y la Monarquía emerge cada día con más fuerza como el principal impedimento para que las cuestiones pendientes encuentren una vía de solución.

2. Durante la actual coyuntura, asistimos a la primera gran batalla en toda la historia desde la Transición entre Democracia y Neofranquismo, entre República y Monarquía Borbónica. El Pueblo de Cataluña y sus instituciones, en un proceso contradictorio lleno de matices y de diferentes etapas con diferentes objetivos tácticos, están haciendo un esfuerzo épico en esa dirección, siendo hoy por hoy la punta de lanza en ese proceso de confrontación entre la legalidad post franquista y la legitimidad democrática.

Los trágicos sucesos ocurridos en Cataluña el pasado 17 de agosto, en forma de una sucesión de atentados territoristas en Barcelona y Cambrils reivindicados por el Estado Islámico, mostraron la impresionante madurez y la excelente capacidad de gestión de la sociedad catalana y sus instituciones, en una situación de gran complejidad, dureza y dramatismo. Las mismas instituciones que impulsaron el proceso soberanista-republicano demostraron una gran capacidad para gestionar la situación en todos los planos (asistencial, policial, informativo, social), llenándose de razones y legitimidad. Mientras, los representantes de las instituciones del actual Régimen español se reflejaron tal y como son, verdaderos parásitos patéticos e incompetentes, que pretendieron aprovechar la tragedia para tratar de hacer descarrilar el Procés.

El movimiento soberanista catalán ha venido madurando políticamente de forma muy significativa, y una clara expresión de ello fue la concreción de la pregunta de cara al referéndum del 1 de octubre, incluyendo la forma de Estado republicana para el futuro estado independiente catalán. (1)

El Gobierno español dio pasos de mucha envergadura, encaminados a desmantelar las instituciones propias de Cataluña así como a tratar de impedir la realización del Referéndum, objetivo que no pudo lograr gracias a la masiva implicación de la ciudadanía. El pasado 1 de octubre asistimos a una auténtica operación policiaco-militar de castigo sobre la población catalana, en la que la represión se desplegó con mayor violencia precisamente en aquellas localidades de mayor voto soberanista. El caso de Aiguaviva, en dónde gasearon a la población, es especialmente emblemático: en las últimas elecciones catalanas más del 77% había votado soberanismo.

Frente a la brutalidad policial, el pueblo catalán ofreció al mundo la imagen de un Pueblo firme en sus convicciones democráticas, así como enormemente cualificado a la hora de construir su República. El movimiento republicano catalán venció la batalla moral y política, y el Régimen monárquico del 78 sufrió la mayor derrota de su historia. En dicha confrontación, el movimiento democrático del conjunto de Pueblos del Estado estuvo presente, y la respuesta solidaria de la Castilla Comunera fue ejemplar, produciéndose concentraciones y manifestaciones en Valladolid, Segovia, Ciudad Real, Burgos, Salamanca, Cuenca, Santander, Guadalajara, con Madrid a la cabeza, donde muchos miles de personas consiguieron desbordar los cordones policiales en solidaridad con el pueblo catalán. Aquellos días de confrontación entre la legitimidad de la unilateralidad republicana y la legalidad post-franquista, asistimos también a la puesta en marcha de diferentes maniobras de distracción por parte de las denominadas “terceras vías”, que trataron de despistar no sólo al Pueblo catalán, sino también a un sector creciente de la población del conjunto de pueblos bajo jurisdicción del estado español, que siente un hastío creciente hacia el Régimen que padecemos, y que observa al movimiento republicano catalán como una oportunidad para el inicio del cambio. (2)

3. Los gobiernos de los Estados de Europa Occidental así como las instituciones de la UE jugaron el papel que les corresponde. A pesar de que algunos sectores del movimiento soberanista catalán esperaran una actitud diferente por parte de dichas instituciones, estas aceptaron que el Gobierno y el Estado Español tienen la última palabra sobre sus cuestiones internas, una posición similar a la que han mantenido históricamente. No podemos olvidar la coexistencia de las instituciones europeas con el franquismo, ni el hecho de que los gobiernos de los estados europeos dieron la espalda a la II República. No nos referimos a los gobiernos en manos del nazi-fascismo, cómplices imprescindibles del alzamiento franquista y de la guerra, sino a los gobiernos que teóricamente estaban en la llamada Europa libre, que temían que el ejemplo del empoderamiento popular que supuso la II República sirviera de ejemplo a los pueblos trabajadores de Europa. De similar forma han interpretado hoy en día el proceso de construcción de la República de Cataluña.

La reacción del Estado español ante la declaración de la República catalana entra también dentro de lo coherente con la naturaleza de este Régimen y, por tanto, con lo que era previsible. Era evidente que el gobierno de la monarquía y sus aliados no querían establecer dialogo alguno con las instituciones catalanas para avanzar en una solución al actual conflicto. Diversas corrientes del movimiento popular catalán no se esperaban una reacción tan dura y autoritaria por parte del Estado. Cuando desde IzCa caracterizamos al Régimen del 78 como un Régimen neofranquista, no estamos haciendo un discurso metafórico; estamos describiendo una realidad política que conocemos. Más allá de la subjetividad de algunos de sus representantes, las características estructurales del Régimen condicionan que la resistencia a cualquier cambio sea absolutamente atroz, yendo asociada además a la dinamización violenta de los sectores sociales que viven bajo su cobijo. La lucha soberanista-republicana en Cataluña choca frontal y antagónicamente con el proyecto nacional español y su Régimen tal y como hoy está articulado. El estado nacional español es inviable sin Cataluña, pero Cataluña sí es viable, al menos desde el punto de vista teórico, como estado-nación independiente. Y es por ello que para el bloque dominante español encabezado por la monarquía borbónica, la proclamación de la República Catalana fuera y es absolutamente innegociable, aunque este proyecto cuente con un apoyo social masivo.

Hay gentes que se sintieron decepcionadas, porque esperaban que la resistencia en las calles ante el golpe de estado contra Cataluña a través del artículo 155 de la Constitución Española, se materializara en un movimiento de resistencia civil importante, cuantitativa y cualitativamente; y eso no sucedió. El movimiento soberanista-republicano catalán es un movimiento democrático con hegemonía de la pequeña y mediana burguesía, y esto no lo decimos en absoluto como una crítica, ya nos gustaría que la mediana burguesía en otros territorios del Estado tuviera ese talante democrático y republicano. Pero tampoco se puede esperar de un proceso con esa dirección de clase que se comporte como un movimiento nacional-popular donde la hegemonía la tenga la izquierda revolucionaria.

Desde una perspectiva de izquierda transformadora eficaz, la participación del Pueblo trabajador en los procesos de cambio es un derecho esencial de éstos y también una necesidad para que puedan finalizar en victorias. La dirección del Procés ha optado por intentar intensificar la internacionalización del conflicto, a través de la presencia en Bruselas del President y una parte de su gobierno, y se ha optado también por participar en las elecciones del 21D, en las que la República Catalana volvió a vencer a la Monarquía y su Régimen. Y la respuesta del entramado mediático mostrando un alto grado de ansiedad e incertidumbre sin duda constituyen una buena señal. Pero desde nuestro punto de vista, está ausente una pata de la estrategia que consideramos imprescindible: el empoderamiento popular. Saludamos con entusiasmo los avances del Procés, tal como es, y simplemente señalamos sus limitaciones. A pesar de su naturaleza, ha sido el movimiento que más ha puesto contra las cuerdas al Régimen del 78, con el consiguiente debilitamiento de éste y el descrédito ante millones de ciudadanos y ciudadanas de Cataluña y del conjunto del Estado. Eso queda en su haber, y es de una gran utilidad para el movimiento popular republicano en el conjunto del Estado español.

La disolución de facto de las instituciones propias catalanas, el control de sus medios de comunicación y de sus fuerzas policiales, son un duro golpe, pero demuestran también la extrema debilidad de un Régimen que sólo sabe responder con la represión a las demandas democráticas y pacíficamente expresadas por el conjunto de un Pueblo. El proceso soberanista-republicano catalán ha avanzado más allá de lo que era previsible, y seguramente aún le queda un recorrido importante. Hay aún bastantes incógnitas por resolver, y el propio desarrollo de la lucha popular las irá clarificando. Aunque es posible que las contradicciones en su seno se agudicen, esperamos y deseamos que encuentren la mejor opción, que además de permitir mantener la unidad del movimiento, permita mantener sua integridad, su dignidad y las expectativas de victoria. Hay una alternativa que desde luego no va en esa dirección y es la de la claudicación. La apuesta del estado español en ese sentido es la del neopujolismo, que daría satisfacción a la gran burguesía catalana y a otros sectores, y para ello creen contar con algunos sectores del soberanismo, pero no les está acabando de cuajar la jugada. Las formas para mantener las expectativas que antes comentábamos no están, en nuestra opinión, prefijadas ,y tienen que ser el fruto del análisis concreto de la realidad concreta, cuestión que corresponde hacer fundamentalmente a los sujetos sociales y políticos del movimiento soberanista-republicano catalán. No hay recetas mágicas en la lucha revolucionaria; y en el estado español ahora estamos delante de un proceso revolucionario democrático en toda regla.

4. Cataluña ya ha avanzado de una forma valiente y coherente en la construcción de un auténtico proyecto democrático, y desde el movimiento popular castellano reiteramos nuestro agradecimiento al pueblo de Cataluña por su empuje hacia la democracia y hacia la República. El proceso soberanista-republicano catalán abre una expectativa de ruptura evidente con el Régimen monárquico del 78, no sólo para el Pueblo de Cataluña, sino para el conjunto de pueblos bajo jurisdicción del Estado español. Ahora bien, Cataluña sola no podrá derrotar al Régimen. Y para que dicho proceso republicano catalán logre materializarse, tiene que ir asociado a la derrota del Régimen monárquico en su globalidad, y en ese sentido, en nuestra opinión, los procesos soberanistas de los diferentes pueblos bajo jurisdicción del estado español y los diversos procesos rupturistas con el Régimen del 78 a nivel estatal, se necesitan mutuamente, siendo imprescindible que desde el respeto a la soberanía, la identidad y las características de cada uno de ellos, lleguemos a acuerdos para derrotar al enemigo común, dando un fuerte impulso a la lucha contra el Régimen monárquico y neofranquista del 78, por la democracia y las Repúblicas.

A lo largo de estos 40 años de neofranquismo, otros pueblos del Estado tuvieron el protagonismo de la primera línea de lucha, como ahora lo tiene Cataluña. En Castilla venimos trabajando para que el movimiento popular de nuestro pueblo se convierta en un elemento también determinante. La coyuntura histórica para los procesos de cambio es favorable, y se dan las condiciones objetivas como para ello. Por primera vez en toda la historia de la Transición, nuestro enemigo es estratégicamente vulnerable y potencialmente derrotable. Y es por ello que se va a defender con todos los recursos a su alcance, legales o ilegales, tal como ha hecho a lo largo de estas décadas pero de forma intensificada. La guerra sucia en todos los terrenos, pero muy especialmente en el mediático y policial, va a alcanzar niveles de absoluto paroxismo, como en las últimas semanas, en las que varios músicos jóvenes cantantes de rap van a entrar en prisión acusados de injurias a la Corona, y en la que han sido censuradas una exposición de arte que planteaba la existencia de presos políticos, así como un ensayo literario que analizaba las conexiones del Partido Popular gallego con el narcotráfico.

La deslegitimación social del Régimen del 78 está afectando intensamente al Partido Popular, partido que representaba hasta ahora, casi en exclusiva, a la derecha española. Su identificación absoluta con las tramas de corrupción ha sido un elemento determinante, pero la previsión por parte del Sistema de la necesidad de una nueva herramienta para articular la representación política de al menos una parte de ese sector social ha sido definitiva. Esa nueva herramienta es Ciudadanos, mediante la que el bloque dominante español busca garantizar la supervivencia de su sistema de dominación, y si para ello tienen que sacrificar, al menos parcialmente, a su representación política “tradicional”, no tendrán el menor reparo en hacerlo. El PP está a la defensiva, desconcertado por lo ocurrido en Cataluña y por los resultados de algunos sondeos electorales, pero la batalla por la hegemonía político electoral en el seno de la derecha es francamente complicada y puede conllevar serias implicaciones. Visto desde una perspectiva progresista, ese conflicto por ocupar el espacio de la derecha es francamente interesante, y conlleva de hecho un desgaste mutuo, así como una incidencia significativa en el progresivo deterioro del Régimen, proceso que a su vez puede ser útil para el avance del movimiento progresista.

La represión y la manipulación servirán para retrasar un cierto tiempo los procesos de cambio, pero no para derrotarlos, y tampoco permitirán resolver las debilidades parciales y globales del conjunto del Régimen. Por primera vez en la historia de la Transición, la victoria depende fundamentalmente de que desde el campo de las luchas populares no cometamos errores significativos, y la Castilla comunera se prepara para organizar y articular una nueva revuelta, 500 años después de la primera.

El final del invierno y la primavera de 2018 vienen cargados de importantes movilizaciones, algunas  de ellas de contenido social (en defensa de las pensiones, de la vivienda digna, del sistema sanitario o la educación públicas), y otras presentan una gran potencialidad Constituyente: la huelga feminista del 8 de marzo; la marcha contra el paro y la precariedad el 24 de marzo; la celebración de la República el 14 de abril y el Día Nacional de Castilla el 23 de abril en Villalar de los Comuneros; la celebración de consultas populares en barrios de Madrid a favor de la República; el 1º de Mayo, las Jornadas Constituyentes “Doris Benegas” y el nuevo -y casi definitivo- Jaque a la Monarquía (ambas cuestiones a celebrar en el mes de mayo)

En Europa atravesamos una situación históricamente nueva, pero en la que aparecen algunos paralelismos con la de los años ’20 y ’30 del pasado siglo. En aquel entonces, cuando el fascismo avanzaba en casi todo el continente, en el Estado español, el 14 de abril de 1931 se derrotaba democráticamente al Régimen de la Monarquía Borbónica y se proclamaba la II República. En Febrero de 1936 se constituía el Gobierno del Frente Popular, generando una gran esperanza entre las clases trabajadoras y los pueblos del Estado español. El levantamiento militar fascista del 18 de julio de 1936 fue globalmente derrotado por el Pueblo trabajador armado, y en ese movimiento de resistencia el Partido Comunista y las Juventudes Socialistas Unificadas jugaron un papel de primer orden. La intervención de los ejércitos nazi-fascistas europeos, con el envío por parte de Alemania, Italia y Portugal de 300.000 efectivos, así como la colaboración logística del Reino Unido y EEUU, fue lo que permitió un cambio en la correlación militar, condicionando en gran manera el resultado final. Sólo la URSS y algunos países latinoamericanos ayudaron a la República, especialmente México, al que queremos mostrar hoy y aquí nuestro agradecimiento.

No podemos olvidar las lecciones de la historia. El proceso de cambio en el Estado español está en marcha. Si hay generosidad, inteligencia, corazón, y unidad, el cambio es posible. Esperamos celebrarlo en próximos seminarios del Partido del Trabajo así como en próximas ediciones del Foro de Sao Paulo, que a nosotr@s tanto nos ha aportado.

 

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