¡Mujer, despierta!; reconoce tus derechos

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Nos dijiste Olympe de Gouges, en 1791, en tu esclarecedora Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. Doscientos veintiséis años después, las mujeres han despertado. Ya la antorcha de la verdad, la ilustración fraternal de la Revolución Francesa, base para la primera oleada feminista que inauguraste junto a Mary Wollstonecraft; ha vuelto a reaparecer de la mano de la sororidad postmoderna de la Revolución Feminista.

Ya nada será como antes, Olympe de Gouges. Manifestaste cómo “el hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. Pero una vez en libertad, ha sido injusto con su compañera” en aquella Marcha de las Mujeres de 5 de octubre de 1789. Ahora la Marcha de las Mujeres de Washington, de un el 21 de enero de 2017, ha conseguido despertar a las mujeres y visibilizarse como la mitad del género humano que ha visto reducido y anulado sus derechos como ciudadanas y como seres humanos.

Tres siglos desde tu declaración son muchos años, pero más vale tarde que nunca. Desmantelar las estructuras sobre las que se asienta el patriarcado, a lo largo de toda la Historia de la Humanidad, es difícil pero no imposible porque como bien escribiste en el epílogo “cualesquiera sean los obstáculos que os opongan, podéis superarlos; os basta con desearlo”. Podemos superarlos porque esta vez, las mujeres nos dimos cuenta que, no éramos enemigas, la enemistad entre mujeres era una construcción micromachista para seguir teniendo alienadas a las mujeres.

La Revolución Feminista del siglo XXI no es una moda, no pretende ser cool, no es producto hollywoodiense… era algo que irremediablemente tenía que llegar de una vez por todas. Y tiene un mensaje tan generoso, pacífico y empático que consigue maravillosamente ser una revolución unísona desde la polifonía. Tiene un objetivo común, el feminismo, la igualdad entre mujeres y hombres; pero agrupando los feminismos, comprendiendo que las compañeras tienen diferentes circunstancias políticas, sociales, étnicas, religiosas, sexuales, físicas, etc.; pero al mismo tiempo, agrupando a otros colectivos, otras demandas y sentimientos excluidos.

La Revolución Feminista del siglo XXI no es una moda, no pretende ser cool, no es producto hollywoodiense… era algo que irremediablemente tenía que llegar de una vez por todas.

Querida Olympe de Gouges, éste es tu legado. Gracias por sospechar de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Tu declaración corrobora la necesidad de visibilizar a las mujeres en todos los aspectos; fundamentalmente en el más inconsciente y arraigado: el lenguaje. Porque lo que no se nombra; no existe. Cuando un/a estudiante me comenta su rechazo al uso del lenguaje no sexista; mi respuesta es clara: Entonces, ¿para qué Olympe de Gouges creó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, si ya había una que era del “Ciudadano” y según tus argumentos, “ciudadano” es universal, menciona a hombres y a mujeres? No éramos ciudadanas, es por ello, que no éramos nombradas; tú nos lo dejaste muy claro. Pero te encontraste, en tu época, con resistencias, incomprensiones, humillaciones…

“¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¿Cuándo dejaréis de estar ciegas?” concluías. Sí, efectivamente. Compatriotas tuyas manifiestan su alienación en estos días; la voz patriarcal no sabe cómo afrontar su derribamiento. Je ne suis pas désolée, la sororité est là pour rester. Nous sommes féministes. Merci beaucoup, Olympe de Gouges.

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