Lula defiende su honradez arropado por su militancia en vísperas del juicio

Manifestación en apoyo al expresidente brasileó Luiz Inacio Lula da Silva en Porto Alegre en vísperas de su juicio por corrupción (Dado Galdieri / Bloomberg)
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El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) se dio hoy un baño de masas en Porto Alegre ante una marea roja entregada y en vísperas del decisivo juicio por corrupción que afrontará este miércoles en esa misma ciudad del sur de Brasil.

Lula dijo estar “tranquilo” y prometió que “sea cuál sea el resultado” continuará su lucha en las calles para que los brasileños tengan “respeto y dignidad en este país”. “Dudo que en este país haya un magistrado más honrado que yo”, expresó Lula, quien aparece como líder en todos los sondeos electorales para las presidenciales de octubre próximo, entre los gritos de una militancia enfervorecida.

El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva participa en una  manifestación en Porto Alegre
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva participa en una manifestación en Porto Alegre (Joédson Alves / EFE)

La concentración a la que acudieron más de 70.000 personas, según los organizadores, comenzó en una céntrica calle de la capital del sureño estado de Río Grande do Sul y recorrió después cerca de dos kilómetros hasta el Anfiteatro Por-do-Sol, un espacio donde la militancia realizará una vigilia para apoyar a su líder.

A pocos metros de allí, los tres magistrados que integran la octava sala del Tribunal Regional Federal de la 4ª Región (TRF4) decidirán mañana si mantienen, modifican o anulan la condena a nueve años y medio de prisión que recibió el exmandatario en primera instancia por corrupción pasiva y lavado de dinero.

“Dudo que en este país haya un magistrado más honrado que yo”

LUIZ INACIO LULA DA SILVA

Expresidente de Brasil

En la causa, una de las siete abiertas en su contra, la mayoría por sospechas de corrupción, el carismático líder es acusado de haber recibido de parte de la constructora OAS un apartamento en el balneario paulista de Guarujá a cambio de favorecer a la compañía en contratos con la petrolera.

Lula evitó hablar directamente de ese proceso y, en un tono electoral, rescató los “sueños” que construyó durante sus dos mandatos y que permitieron crear un “Brasil grande”. “Solo una cosa me hará parar en lo que estoy haciendo: es el día en que yo no esté más aquí. El día en que muera”, remarcó, al tiempo que volvió a arremeter contra la prensa y las elites que “desmontan” el país.

Lula se convirtió el pasado 12 de julio en el primer expresidente de Brasil condenado penalmente desde el restablecimiento de la democracia (1985). El juicio se presenta como decisivo para el proyecto de Lula, que ha manifestado su deseo de presentarse a los comicios presidenciales del próximo octubre, pues de mantenerse la pena su candidatura podría ser inhabilitada, aunque la última palabra la tendría la Justicia electoral.

Ese escenario no está previsto ni por su partido ni por su militancia, que hoy llevaba con orgullo la cara estampada de su líder en camisetas, pegatinas y chapas mezclada con otros símbolos de izquierda como la imagen de Ernesto “Che” Guevara. Los carteles de “Viva Lula” se cruzaban con los de “Fora Temer”, pero entre todos ellos reinó uno: “Elecciones sin Lula es fraude”.

Como si se tratase de un mesías bajado de Pernambuco, el estado del nordeste donde nació hace 72 años, el exmandatario ha conseguido aunar en su figura la frustración de una parte importante del Brasil más polarizado de los últimos años.

Los militantes no olvidan la destitución de Dilma Rousseff en 2016, les escuecen las reformas de corte liberal emprendidas por el ahora presidente Michel Temer y aguardan una victoria de Lula en 2018 para volver a dar protagonismo a las políticas sociales.

Los problemas con la Justicia de Lula, incluida su condena, poco importan para unos simpatizantes cegados de idolatría hacia el antiguo dirigente sindical. Eliseu Passo, de 66 años, es un portero jubilado y exculpa a Lula de cualquier responsabilidad porque las denuncias en su contra “no tienen ningún respaldo jurídico”, según dijo a Efe.

De otra generación es Marilia Correa, de 25 años, pero igualmente defensora del icono de izquierdas: “Fue un óptimo presidente y nadie tiene una prueba contra él”. Apartado de las banderas y los cánticos, Jefferson Pereira, de 44 años, lleva más de media vida como vendedor ambulante y dice del líder del PT que “no sabe si robó, pero “seguro que sabía algo” sobre los millonarios desvíos que se dieron en el seno de la petrolera estatal Petrobras.

Cerca de él, Bruno Alonso, formado en farmacia, se queja de la excesiva presencia policial estos días en la ciudad, que se ha blindado para un juicio que definirá el futuro del dirigente político más popular del país y al mismo tiempo el más rechazado.

De hecho, en otro punto de Brasil, unas 600 personas, la mayoría vestidas de amarillo y verde, se concentraron hoy en la céntrica Avenida Paulista de Sao Paulo para expresar su rechazo a Lula y pedir la prisión del exsindicalista.

Al grito de “Lula en la cárcel” y “Lula nunca más”, los manifestantes cargaron “Pixulecos”, como se conocen los muñecos hinchables del expresidente vestido de preso, y carteles a favor del juez Sergio Moro, el magistrado que lo condenó en primera instancia. En otro punto de la Avenida Paulista, un centenar de simpatizantes de Lula realizó un pequeño acto para salir en su defensa.

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