¿Por qué soy castellanista?

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Seguramente pienses que soy castellanista porque mi familia es de pueblo, me gusta el folclore, comer migas y bailar la jota. Que necesito una identidad casi medieval para agarrarme a algo en el vacío existencial de la posmodernidad. Pero no es eso. Y me gustaría que me entendieras porque el castellanismo no es un capricho identitario, si no una necesidad política, mía pero también tuya y de tod@s.

Soy castellanista porque España es una realidad plurinacional, y dentro de ella, las provincias castellanas compartimos idioma, historia, cultura y una serie de problemas económicos fruto de nuestro (sub) desarrollo. Somos una nacionalidad como catalanes, vascos, gallegos o andaluces.

Soy castellanista porque creo que la solución a la cuestión nacional en España pasa por la libre federación de los pueblos. Libre quiere decir que si hay voluntad de separación se debe respetar. Y federal/confederal quiere decir que somos sujetos soberanos que nos unimos para cuestiones mayores. Pero dos no se federan si uno no existe, sin un sujeto nacional soberano, sin un Estado Castellano no puede existir nunca una República Federal.

Soy castellanista porque el modelo territorial y económico de España, no ya el autonómico si no el de los últimos cinco siglos, ha supuesto la ruina para las provincias castellanas, de su industria incipiente, de su agricultura, ganadería y mundo rural, de su tejido productivo en general y de sus servicios públicos esenciales. De primera potencia mundial en producción agraria y textil, a una economía especulativa en el mejor de los casos o a la desaparición poblacional total en el peor de ellos. De las 14 provincias españolas en riesgo grave de despoblación, 11 son castellanas, y la situación es irreversible sin castellanismo, sin un modelo de desarrollo económico y productivo autocentrado. El modelo centralista hace que en Madrid se concentren 6 millones de personas, la mitad de la población castellana, mientras las provincias de su entorno están en cifras del siglo XIX. Castilla se «madrileñiza» por decisión política, (re)castellanizar Madrid y descentralizar la política y la economía debe ser también una apuesta política.

Soy castellanista porque quiero vivir en un mundo en paz, sin guerras ni terrorismo. Eso resulta imposible sin soberanía política para decidir como pueblo nuestros asuntos. El Estado español es una colonia militar americana. El Ejército español es controlado desde Washington, y cuando se le requiera nuestros soldados irán a morir a cualquier otro país del mundo para saciar las ansias de poder del Imperio. Sin soberanía nacional no hay control de las fuerzas armadas.

Soy castellanista porque la españolidad no es una identidad nacional, si no una ideología que pretende enfrentarme con el resto de pueblos vecinos continuamente. Una ideología que no respeta la diferencia, que pretende aplastarlo todo bajo su rodillo. Una ideología además llena de clasismo, racismo, machismo y un apestoso olor a tropa colonial africana y a los 40 años más nefastos de nuestra historia reciente. Sin castellanismo el pueblo castellano está condenado a ser la reserva del Régimen.

Soy castellanista porque quiero un mundo diverso, donde todas las culturas tengan su lugar y sean respetadas. La nuestra también. Porque forma parte de la sabiduría de generaciones enteras, porque es una muestra del saber colectivo y comunal en una época de individualismo y globalización hegemonizada por los valores de la sociedad de consumo. Sin castellanismo no puedo salvar a mi cultura del rodillo españolizador, ni mucho menos del globalizador.

Soy castellanista por tantas y tantas cosas, que me da rabia que desde posiciones desconoceras y superficiales se me folclorice. Soy castellanista y creo firmemente que si no nos volvemos en esta tierra todas y todos un poquito más castellanistas, difícilmente va a progresar este país, difícilmente vamos a conocer un modelo federal, alternativo al sistema actual, sostenible respecto al medio, respetuoso con las mujeres y los pueblos, etc. O rompemos con la concepción folclórica en la que nos pretenden meter algunos o no vamos a avanzar. Espero y creo que en los próximos meses estas reflexiones van a rondar en la cabeza de más de un@. A por el final del Régimen, por un nuevo país, vivan las repúblicas ibéricas.

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