Una vida de activismo por el Tajo: «Se me saltan las lágrimas cuando veo el río»

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Felix Villasante, un octogenario activista del río, recuerda con tristeza la época en la que el Tajo servía como la columna vertebral de la ciudad

«También había nutrias, topos, cangrejos de río… Pero ahora todos han sido sustituidos por las ratas», lamenta

Prohibición de Baño en Toledo, 1972

Prohibición de Baño en Toledo, 1972 Rafael del Cerro Malagón / Ayuntamiento de Toledo

Félix Villasante ha superado ya los 80 años. Es una de las pocas personas que quedan en Toledo que pueden recordar lo que era bañarse en el río Tajo, antes de que se sentenciara la prohibición de baño en toda la provincia toledana. Este 19 de junio se cumplen 45 años de dicha decisión, que el Gobernador Civil de Toledo comunicó en 1972. Fue la circular número 48 de la Dirección General de Sanidad la que señalaba entonces la prohibición de baño en las poblaciones toledanas surcadas por el río, «al comprobarse que sus aguas estaban contaminadas».

Los Ayuntamientos se vieron obligados entonces a fijar carteles que anunciaran esa prohibición en lugares visibles y estratégicos, adoptando medidas para su cumplimiento. En Toledo, además, se envió una ‘nota’ que se remitió a los medios de comunicación para indicar que quedaba «terminantemente prohibido bañarse en el trayecto del río por todo el término municipal», tal como se pudo ver en periódicos como ‘El Alcázar’, ‘ABC’ o ‘la Vanguardia. Se colocaron carteles que anunciaban dicha prohibición con textos en inglés, francés y español, tal como recoge el Ayuntamiento de Toledo en sus ‘documentos interesantes’.

Ya un año antes de dicha prohibición, Villasante envió una carta al director de ABC el 10 de mayo de 1971 desde su antigua casa en el toledano barrio del Arrabal. «Ahora que parte de la prensa nacional dan noticias sobre el río Tajo y su contaminación, les remito un pequeño historial biológico de sus aguas», comenzaba la misiva, en la que el toledano lamentaba que el río se hubiese convertido en una «cloaca». «Huele mal, hay especies vegetales que no aguantan el riego de sus aguas, se marchita la planta y no da fruto. En sus orillas no anidan ya nada más que ratas», describía en la misiva.

Nutrias y topos «sustituidos por las ratas»

«Me da rabia», sentencia. Y es lo que se ve también en sus ojos, cuando describe como las playas del río eran un punto de sociabilización, de encuentro para todos los toledanos. Siempre ha sido curioso, relata, y ha sido esta curiosidad la que lo ha llevado a hacer hallazgos únicos en el río, como la de unos mejillones que sólo se podían ver en el Museo de Historia natural de Madrid. Le llevó las conchas a uno de los expertos que han llevado las conferencias del grupo de Investigación del Tajo, y sigue maravillado con su descubrimiento. 

Todavía puede relatar todo lo que había en el río antes de que la contaminación lo convirtiese lentamente en lo que es hoy, un caudal mínimo rebosante de agentes contaminantes. «Truchas, carpas, pez rayo, ánguilas, sanguijuelas del tamaño de mi pulgar», recuerda. «También había nutrias, topos, cangrejos de río… Pero ahora todos han sido sustituidos por las ratas», lamenta. La degradación del río, explica, se «veía venir» años antes de que llegara el trasvase. 

«Cuando llovía, el río bajaba rojo. Después bajaba negro. Veíamos como se morían los peces», describe. Esto contrasta con lo que pasaba antes, afirma, cuando las crecidas del río llegaron incluso a alcanzar la Puerta Nueva, aunque «eso fue hace mucho tiempo». Pero ahora, explica, no crecen «ni los pimientos». «Antes en las huertas de Azucaica veías pimientos enormes. Ahora ya no crece nada, las aguas ya no sirven para eso», lamenta.

«Deberíamos hacer piña»

«Que si me gustaría ver a mis nietos bañándose en el río. Claro que me gustaría. Pero ahora ya ni lo miro. Se me saltan las lágrimas cuando lo veo», explica visiblemente emocionado. «A mi me han quitado la vida», sentencia, «me causa mucha pena y mucho enojo ver  lo que ha pasado. Nos ocultan que no hay caudal, no nos dejan ver y a mi me gustaría poder volver a bañarme en el río», explica. Pero no es sólo el estado del Tajo el que lo enfada, sino también que la gente no termina de involucrarse en la causa, como lamenta. 

Félix explica que cuando se aprobó y empezó a funcionar el trasvase, no podían manifestarse realmente. «Nos juntábamos a veces unas 200 o 300 personas, y ahora sigue igual, es una lástima», afirma. «Yo siento mucho que aquí no hagamos piña. Deberíamos hacer piña. Veo lo que pasa en otros lados y la gente se une, pero aquí no», lamenta. «Qué lástima de río, pero a mi no me van a convencer los gobernantes», asegura. En este sentido, señala que es un error llevarse el agua del río para dársela a otros, porque es lo mismo que «desnudar a un santo para vestir a otros».

Protesta ciudadana 

Este lunes 19 de junio, la Plataforma en Defensa del Tajo de Toledo ha organizado una marcha reivindicativa que empezará en el mirador de la Cava y recorrerá la senda ecológica. El llamamiento ha sido para que los participantes lleven sombrillas, chanclas, toallas… Una manera «festiva» de protestar en contra del estado del río en una efeméride que la Plataforma ha reivindicado como una manera de recuperar la protesta que ha estado «aparcada» en los últimos 40 años.

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