
El único rastro que queda del antiguo colegio San Juan de la Cruz son toneladas de escombros que se amontonan en un goloso solar, en el que la Seguridad Social proyecta una oficina. Esta mañana, dos semanas después de iniciado el derribo, la excavadora ha finalizado su labor.
La existencia de dos árboles junto al edificio ha obligado al maquinista ha demostrar una vez más su pericia. Las últimas paredes de lo que un día fue colegio público se han desmoronado sin afectar a los árboles que debían salvaguardarse, según la licencia de demolición concedida por el Ayuntamiento.
El derribo ha concluido pero la polémica que ha rodeado al edificio desde que cerró como centro educativo y que Rondilla ha reivindicado durante años para uso social del barrio es posible que no haya terminado.