México: Estudiantes sobrevivientes del horror en Guerrero acusan al Ejército y la Policía

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Dos jóvenes que escaparon de la muerte en el ataque a los estudiantes en el estado mexicano de Guerrero del pasado septiembre dan testimonio del papel asesino de las fuerzas del Estado.

Uriel Alonso Solís, de 19 años, sobrevivió al horrible ataque contra estudiantes desarmados protagonizado por las fuerzas estatales y criminales en septiembre pasado en el estado mexicano de Guerrero, informa ‘The Guardian‘.

México: Estudiantes sobrevivientes del horror en Guerrero acusan al ejército y la policía REUTERS/Jorge Dan Lopez

«Cinco furgones de Policía enmascarada rodearon nuestros tres autobuses, y cuando bajamos a ver lo que querían, comenzaron a disparar. Había balas por todas partes, y la gente empezó a correr. Vi a uno de mis compañeros de clase venir hacia abajo. Le habían disparado en la cabeza, todo el mundo estaba llorando y gritando, pero yo estaba realmente sorprendido de lo tranquilo que parecía. Empecé a llamar a amigos en la escuela para que nos ayudaran», relata.

Alonso fue uno de los jóvenes que lograron esconderse cuando decenas de sus compañeros fueron forzados a subir en camiones de la Policía y transportados. «Pensé que iban a golpearlos, pero que los recuperaríamos al día siguiente», explica el joven. «No habíamos hecho nada, solo éramos estudiantes que iban a una protesta».

Omar García, de 24 años, es otro de los supervivientes. Fue uno de los estudiantes a los que Alonso llamó cuando se produjo la emboscada. Se apresuró a llegar a la escena en la que, relata, «empezamos a recolectar pruebas como cubiertas de bala, y llamar a los medios locales». «Nos sentimos más tranquilos cuando llegaron, ya que pensamos que no pasaría nada delante de los periodistas. Pero alrededor de la medianoche la Policía comenzó a disparar de nuevo, directamente a nosotros, ya que tratamos de huir«, explica. García testimonia que «pronto llegaron dos camiones de soldados del 27 batallón de infantería, que tiene una base cerca». «Nos comenzaron a acusar de la criminalidad y la violencia, como si fuéramos combatientes, no estudiantes», lamenta.

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García asevera que tiene pruebas de que el teléfono móvil de al menos uno de los estudiantes desaparecidos se utilizó en la base del 27 batallón de infantería. «El Ejército ha estado vinculado a grupos del crimen organizado en Guerrero y otros estados durante muchos años, estamos absolutamente seguros de que sabían lo que estaba pasando. No los tomaron, pero permitieron que sucediera», afirma. Y agrega: «Nuestra historia nos muestra que es el estado el que ‘desaparece’ a líderes de la comunidad y activistas, y eso es lo que sucedió el 26 de septiembre».

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