“Sobrevivimos con mucha dificultad mientras se rescatan bancos y subvencionan clubes de fútbol”

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Entrevista a Dolors Carrasquilla, mujer con dependencia, encadenada y en huelga de hambre frente a la Generalitat Valenciana

El pasado miércoles, 6 de marzo, Dolors Carrasquilla se encadenó frente a la sede de la Generalitat Valenciana. Ayer redobló la lucha, con el inicio de una huelga de hambre, esta mujer dependiente de 41 años y con 25 de enfermedad. Padece una osteomelitis crónica, es decir, una infección crónica en los huesos de la pierna izquierda. Le han practicado hasta 35 operaciones. Con la huelga de hambre intenta que se le reconozca el grado de “gran invalidez”, que le rebajaron “a pesar de mi reconocido y probado empeoramiento”. Por una “milagrosa mejoría”, ironiza.

Luchas porque se te reconozca en el País Valenciano la “gran invalidez”, que sí tenías concedida cuando vivías en Cataluña.

Residía en Lleida donde trabajaba como directora de un centro de discapacitados. En 2009 se me concedió la “gran invalidez”. Me aconsejaron, por el clima, que buscara otro lugar de residencia. Y me fui a vivir a Puerto de Sagunto en el año 2010. Al llegar a la Comunidad Valenciana me hice las pruebas en el Instituto Nacional de la Seguridad Social para que me valoraran la enfermedad y me convalidaran el grado de “gran invalidez”. Pero mi gran sorpresa llega cuando por “milagrosa mejoría” me la rebajan a “invalidez absoluta”, a pesar de mi reconocido y probado empeoramiento.

¿Se ha producido esta mejoría?

En sólo un año me han practicado ocho intervenciones quirúrgicas y con tratamientos muy abrasivos que afectan a otros órganos de mi cuerpo. He permanecido más de dos años en una cama y, en algunos momentos, en silla de ruedas. Además, un informe médico del Hospital de Sagunt reconoce que preciso de la ayuda de una persona para el trabajo del hogar, aseo personal y desplazamiento. A pesar de ello se me niega el reconocimiento de “gran dependiente”.

¿Qué efectos prácticos tiene esta degradación?

La “gran invalidez” que me reconocieron en Cataluña suponía una prestación de 1.050 euros, mientras que por la “invalidez absoluta” pasé a percibir 706 euros. Tras varias peticiones y reclamaciones no obtengo más que negaciones, cuando atravieso por una de las peores etapas de mi enfermedad. Tras 25 años de enfermedad y a día de hoy 35 operaciones en una pierna.

¿Cómo vives con los 700 euros?

Mantengo a mis dos hijos, de 21 y 18 años, con los 706 euros y pago un alquiler de la vivienda de 365 euros mensuales. Con ese dinero tengo que pagar además los medicamentos que, para las personas dependientes, son muy caros: antibióticos, mórficos, analgésicos y protectores, entre otros. Incluso muchas veces intento prescindir de la medicación porque no puedo afrontar los gastos. Con la derogación del Artículo 16 del Estatuto de los Discapacitados, se elimina la gratuidad de las prestaciones farmacéuticas, ortoprotésicas y ayudas técnicas a los mayores de 18 años con discapacidad igual o superior al 65%.

¿Presionaste ante la Administración para que se te concediera la “gran invalidez”?

He solicitado la “gran invalidez” con la entrega de los informes médicos que acreditan y certifican mi estado en la Seguridad Social de Puerto de Sagunto. Pero no puedo esperar tres, seis meses o un año a que me lo otorguen. También sé que mi causa se reconocería en los juzgados, pero no puedo esperar tanto tiempo en trámites. Por eso he decidido encadenarme y comenzar la huelga de hambre. También se me denegó la ayuda para alimentos en los Servicios Sociales de Puerto de Sagunto.

¿Por qué te has resuelto encadenarte y comenzar una huelga de hambre?

Han terminado con mi paciencia. Me han denegado todas las ayudas que he solicitado, pero eligen rescatar bancos, subvencionar clubes de fútbol, mantener infraestructuras innecesarias, protagonizar despliegues policiales, derrochar nuestro dinero y malgastar nuestros impuestos en inútiles monumentos. Y, a cambio de esto, nos imponen tijeretazos crueles, recortes en la Ley de Dependencia y paralización de expedientes. También “mejorías milagrosas” en las revisiones de los grados o el pago de medicamentos a las personas más vulnerables y sin recursos.

¿Qué apoyos estás recibiendo estos días?

Me gustaría agradecer singularmente el apoyo de Juan Carlos Mellado, de la Asociación de Vecinos de Aldaya y de Javier Hernández Padilla, de Socialistas a la Izquierda. También a los colectivos, “mareas” y plataformas de personas afectadas por los recortes. A la Cimera Social y a la Plataforma por la Ley de Dependencia. Además, numerosos miembros de la policía han firmado en solidaridad con mi protesta. Policías nacionales me han preguntado si necesito algo y me han felicitado, porque dicen que en sus familias padecen la misma situación. Algunos me han dicho, incluso, que no participarán en el desalojo.

¿Cómo te encuentras en el primer día de lucha?

Hace unas horas me han chequeado los servicios de asistencia, que también han firmado en apoyo a esta lucha y me han advertido de los riesgos de la huelga de hambre, pues en enero me operaron por última vez. Estar aquí para mí es humillante. Pero pienso aguantar hasta el último suspiro. Porque hay muchos casos como el mío, de gente que no habla por miedo a no perder la prestación. Con esta lucha intento abrir una puerta para que otros continúen. De aquí nadie me saca si no es con los pies por delante o con la resolución del grado de dependencia a mi favor. Pero mi reivindicación no es sólo personal. Es a favor de todas las personas discapacitadas, dependientes y enfermos crónicos.

Por último, ¿Harías algún llamamiento al conjunto de la sociedad?

Necesito la fuerza de la gente para hacer más presión. No pretendo ser noticia, simplemente exijo justicia por la injusticia que se está llevando a cabo con personas como yo, de carne y hueso. Somos personas que pasamos por muchas dificultades para sobrevivir día a día gracias a este gobierno incompetente e inhumano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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