Fin de un gobierno ilegítimo e inviable

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El anuncio del lehendakari Patxi López de adelantar finalmente las elecciones pone fin al recorrido de un Gobierno impensable fuera de Euskal Herria, tanto por el apoyo que le dio el PP hasta mayo como por las circunstancias en que se conformó, consecuencia de un contexto de segregación política que dejó fuera de las instituciones a un importante sector social y a un porcentaje significativo de electores.

 

A pesar de las palabras del López, el balance de la labor del Gobierno del PSE no puede ofrecer un saldo mínimamente positivo ni mediando la mejor voluntad del analista. Para empezar, porque ese gobierno no se corresponde con la voluntad de los ciudadanos y ciudadanas de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Nadie puede abstraerse de este hecho: nunca fue un gobierno que mirase a los intereses y la voluntad de los vascos de esos territorios. Guiado por un afán negacionista y adoctrinador, bajo el férreo control de un PP al acecho del Gobierno de Madrid y poseedor del discurso más ultra, se colocó desde un principio como un gobierno contra el pueblo, contra la realidad social. Un Gobierno que en materia económica se ha limitado a hacer seguidismo de Madrid mientras aquel Ejecutivo estaba en manos del PSOE. Y que ante el proceso político iniciado con la reflexión de la izquierda abertzale ha dejado aun más patente su falta de iniciativa. La imagen de Patxi López en un tren en EEUU el día en que ETA anunció el cese definitivo de su actividad armada resume su trayectoria. Su escasa aportación en esta cuestión, como el reconocimiento a las víctimas de la violencia del Estado, ha llegado tarde y mal.

Ayer Patxi López describió una legislatura llena de éxitos que ni él mismo se cree, y dijo pensar solo en el interés de la ciudadanía. Todo ello choca con haber alargado hasta la agonía un gobierno inviable e ilegítimo, más aún en este nuevo tiempo político. En cualquier caso, el 21 de octubre habrá elecciones y con ellas se cerrará por fin el triste capítulo de la persecución política. Aún queda mucho trabajo por hacer, también desde Gasteiz.

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