El Batán busca alternativas sociales a las políticas de la Agencia Antidroga

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DANIELE GRASSO (REDACCIÓN)
MARTES 20 DE MARZO DE 2012.  NÚMERO 170

Alberto salió de El Batán el pasado 4 de enero. Habría pedido prorrogar su estancia, pero el cierre de esta comunidad terapéutica para drogodependientes le ha obligado a volver a casa. La Agencia Antidroga oficializó la clausura del centro el 29 de febrero, pero él, como otros usuarios, ha decidido apoyar el encierro comenzado por un grupo de trabajadores ese mismo día y secundado por el Colectivo de Afectados por los recortes de la Red de Drogas de Madrid. Alberto cuenta a DIAGONAL que cuando ingresó en El Batán, en agosto de 2011, “había llegado a tomar botes enteros de benzodiazepinas [medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso central]”. Ya había conocido a fondo la heroína años antes. Fue la medicación prescrita por el psiquiatra que le trataba lo que le llevó a una recaída. “Me la daba un médico. No podía hacerme daño, ¿no?”, admite haber pensado.

El cierre del centro que ayudó a Alberto a salir de su dependencia es el último ejemplo de los efectos de los recortes en este ámbito. Más de 35.000 personas han dejado de ser atendidas en todo el Estado, con recortes en recursos y centros, según los datos publicados a finales de 2011 por la Unión de Asociaciones y Entidades de Atención a Drogodependientes (UNAD). La organización denunció el cierre de 66 programas y el “inminente cierre” de 44 ONG del sector, donde 200 trabajadores/ as perderían su empleo. En la Comunidad de Madrid, 11 de los 18 pisos de reinserción existentes han cerrado, víctimas de la bajada de un 34,4% del presupuesto regional destinado a políticas en materia de drogas y que también se llevó por delante el centro asistencial de reducción de daños Las Barranquillas, la conocida como ‘narcosala’, que atendía a un centenar de personas al día.

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JORNADAS. La comunidad de profesionales y usuarios de El Batán demanda la cesión del espacio para gestionarlo.Colectivo de Afectados por los recortes en la Red de Drogas de Madrid

Ante esta situación, usuarios y trabajadores de El Batán demandan la cesión del espacio para la autogestión del centro, con el objetivo de dar continuidad a la labor que realizaban “para personas drogodependientes que, tras los breves períodos de tratamiento que ofrece la Agencia Antidroga, necesiten otros recursos que atiendan sus necesidades”, explican desde la asamblea de El Batán. Con el apoyo de profesionales del sector y de grupos como Madres contra la Droga o la parroquia San Carlos Borromeo de Entrevías, pretenden plantar cara con una alternativa concreta al nuevo modelo planteado desde la Agencia Antidroga en Madrid. Se trata de “asegurar el acompañamiento psicológico, social y educativo necesario para una reinserción real”, defienden los protagonistas del encierro.

De la comunidad a la clínica

Los recortes en la Comunidad de Madrid no han venido solos. Tras el cierre del último centro, han abierto un Centro Residencial de Tratamiento de Drogodependientes, que se ubica en el hospital psiquiátrico Doctor León, donde el tiempo de permanencia disminuye, ya que no se incluye la fase de desintoxicación. Para la gerente de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid, Almudena Pérez, esto se debe al “cambio en el perfil del drogodependiente”. Sin embargo, ha sido Mercedes Rodríguez, directora de la ONG Proyecto Hombre, que gestionaba El Batán y se encargará de la gestión del nuevo centro, quien, en declaraciones a Europa Press, dio la clave que define el nuevo tipo de asistencia: la drogodependencia se tratará “como una enfermedad”.

La legislación regional ya apuntaba desde 2002 a la drogodependencia como “una enfermedad común”. Como señalan desde Batán, lo que ahora se propone es la medicalización de las personas drogodependientes. Para la gerente de la Agencia Antidroga, preguntada sobre el asunto en su comparecencia ante la Comisión de Sanidad de la Asamblea de Madrid el pasado mes de octubre, este cambio de políticas se traducirá en “estancias más cortas, una asistencia asociada a centros de día y un abordaje más apegado a lo médico sin olvidar lo social”.

MÁS DE 35.000 PERSONAS EN TODO EL ESTADO HAN DEJADO DE SER ATENDIDAS POR LOS RECORTES EN LA ATENCIÓN DE DROGODEPENDENCIAS

Los usuarios de una comunidad pasarán a ser pacientes de una clínica. “El hecho de tratarles como pacientes conlleva una visión que ignora la problemática psicosocial y les convierte en meros receptores de medicación”, advierte Paula Lamana, enfermera en El Batán durante tres años. Por su parte, Antonio Molina Fernández, psicólogo experto en comunidades terapéuticas y editor de la revista monográfica Adicción y Ciencia, señala: “En la práctica, se pasará a ofrecer soluciones a corto plazo basadas en tratamientos sintomatológicos”. Una “visión reduccionista” de lo que es un problema social. “La persona con un problema de drogodependencia es mucho más que las drogas que consume, que los efectos que tienen esas sustancias, que los motivos por los que las toma”, argumenta Molina. En su opinión, para que una persona recupere su vida hace falta algo más que medicalización. “Tenemos que dotar a estas personas de recursos personales, habilidades emocionales, entrenamiento en la toma de decisiones, resolución de problemas”, concreta. De acuerdo con este especialista, si el cierre puede ser un ahorro a corto plazo, “a largo plazo es una pérdida de activos que creará la necesidad de inversión en un nuevo centro o una pérdida de calidad en la oferta de unos servicios que son necesarios”.

 

Publicado en Diagonal:El Batán busca alternativas sociales a las políticas de la Agencia Antidroga

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