El ATC, “un cementerio de muerte”

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Concentración contra el ATC el domingo 12 de febrero en la plaza de Villar de Cañas (Cuenca). Foto: María José Esteso Poves.

De muy mala gana. Así recibió José María Saiz, alcalde del PP en Villar de Cañas (Cuenca) a las casi 3.000 personas que se manifestaron el domingo 12 de febrero en la plaza del pueblo contra el Almacén Temporal Centralizado (ATC) que albergará más de 6.700 toneladas de residuos radiactivos de alta actividad en este municipio donde residen 200 vecinos.

Esa mañana gélida, Villar de Cañas estaba tomada por la guardia civil. Todas las calles, salvo una, estaban cortadas y los agentes obligaron a los manifestantes a rodear el municipio para acceder a la concentración.

Como una fortaleza, casas y bares permanecían cerrados. La plaza había sido empapelada con carteles de Sí al ATC y sábanas con frases de rechazo a José Barreda, expresidente de Castilla La-Mancha que había anunciado su presencia, aunque también se encontraban allí Cayo Lara, coordinador de IU, y Juan López Uralde, de Equo.

Los mensajes del alcalde

El Ayuntamiento, rodeado de agentes, parecía un tenderete del que colgaban dos grandes telas con leyendas en las que se podía leer, entre otras cosas, que “el ATC no es peligroso, el peligro es la ignorancia y los ecologistas…”.Mensajes para ‘ahuyentar a los forasteros’, declarados por el alcalde en un comunicado “personas non gratas.

Esos non gratos llegaron en 24 autobuses y numerosos vehículos desde todos los pueblos de la comarca: La Hinojosa, Villares del Saz, Tarancón, Pedernoso, Santa María, Villares del Saz, Tresjuncos, Mota del Cuervo, Belmonte, Alconchel de la Estrella, El Provencio, Pedroñeras, San Clemente, etc.

Sus alcaldes y vecinos denunciaron que no habían sido consultados: “No hay consenso social, nadie nos ha preguntado. Han decidido arruinar nuestros pueblos, nuestras vidas, nuestra salud”, declaró a este periódico María, vecina de Cañizares. Los efectos del silo nuclear caerán sobre toda la Manchuela conquense, en la que se ha apostado por la energía eólica y solar y que vive del vino, los cereales y el ajo morado. También del ganado y del turismo rural, con explotaciones ecológicas y varios sellos de calidad.

“No a la energía nuclear”

Miembros de las Plataformas Anticementerio de Palencia, Extremadura, Valencia y Segovia, y activistas de Ecologistas en Acción, Greenpeace y ATTAC también estuvieron presentes en Villar de Cañas y manifestaron su apoyo a la Plataforma contra el cementerio de Cuenca y contra las nucleares.

Alberto, de Garoña, viajó esa mañana desde Burgos hasta Villar de Cañas: “Tenemos muchas cosas en común con ustedes, los castellanos de Cuenca. He visto el mismo cielo, los mismos cultivos, las mismas gentes…Quieren convertir nuestros pueblos en un erial”, dijo a los concentrados.

El alcalde de Villar de Cañas, que propuso su candidatura en un pleno de urgencia, sin participación de vecinos (aconsejado por la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, Enresa), fue orientado por Carmen Barco, secretaria del Ayuntamiento que lleva 21 años en el puesto. Barco confesó a DIAGONAL en 2010 que su “amigo Manuel Toharia” les aconsejó instalar el cementerio nuclear en el pueblo porque es “una bicoca”.

Sin consultar con vecinos y municipios

“Un cementerio de muerte, eso es lo que quieren instalarnos aquí”, dice Frutos, un agricultor jubilado del municipio vecino de Mota del Cuervo. Con un pañuelo de labrador en la cabeza y una gorra para protegerse del frío, recalca: “No hay derecho”.

Un joven que ha recorrido 65 km con su carro y su mula desde la Laguna de Manjavacas, reserva que acoge grullas, flamencos y otras aves, se pregunta: “¿Quién nos ha pedido opinión a nosotros? Queremos vivir en el pueblo”. Él ha recorrido varios pueblos recogiendo firmas contra el cementerio y hablando con los agricultores que asegura se oponen.

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Lucía durante su intervención en la plaza de Villar de Cañas. Foto: María José Esteso Poves.

«El mundo que nos dejan»

Esa mañana, por el escenario de la plaza de Villar de Cañas pasaron más de medio centenar de personas que micrófono en mano expusieron su oposición al ATC. Lucía, de 16 años, tomó también la palabra: “Quiero hablar en nombre de la generación futura. Nosotros los chicos y chicas de los institutos, los niños y niñas de los colegios, los pequeños de las guarderías, los bebés que están naciendo. Nosotros no podemos votar, no podemos opinar, lo único que podemos hacer es esperar y aguantar elmundo que nos dejen, y a mí no me gusta el mundo que nos están dejando. Pido al alcalde de Villar de Cañas que mire a los niños de este pueblo a los ojos y les diga por qué tendrán que aprender evacuarse en el colegio, por qué tendrán que vivir con ese miedo… Por qué ha hipotecado mi futuro”.

 

Publicado en Diagonal: El ATC, “un cementerio de muerte”

 

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